No, esto no es un artículo de Juanjo Millás. Esto es la vida real.El hombre llama al telefonillo. Cuando pregunto quién es a veces responde "yo". A veces no dice nada. Como no le abro, espera a que algún vecino entre o salga del edificio. Yo me quedo esperándole, con el ojo pegado a la mirilla pues ya he aprendido que un toque en el telefonillo entre las nueve y las diez de la noche significa su presencia.
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