En apenas un espacio de 16’9 x 27’6 centímetros, la superficie de una de las tapas de las cajas de puros que solía fumar, el genio valenciano capturó en 1882 un momento de vida en el madrileño parque del Retiro. Tenía solo 19 años. “Se nos revela ya como uno de los taumaturgos de la luz más supremos que ha dado la historia de la pintura española de todos los tiempos”, analiza Company. La pintura, que empezó como un simple apunte, terminó convirtiéndose en “una instantánea prodigiosa”. “Se nota que está trabajada, remirada y querida”.
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