Hasta ahora los científicos habían especulado mucho con la forma de capturar a sus presas que tiene el dragón de Komodo, el mayor lagarto vivo de la tierra. Existía un consenso en torno a que un gran cóctel de bacterias presente en su boca se encargaba de infectar las heridas que provocaba su mordedura. Después sólo tenía que seguir a su maltrecha presa hasta que los patógenos hacían el trabajo por él y una infección generalizada se encargaba de matar al animal. Las últimas investigaciones indican que esta creencia es falsa.
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