Son obras que datan del siglo XIX y principios del XX; la más antigua data de 1839. Estaban guardadas en el templo y fueron halladas por el organista del lugar. Ahora forman parte de una investigación que releva el patrimonio musical de Mendoza. Hojas amarillentas, partituras borrosas y notas ilegibles fue lo que un día encontró el organista Juan Pablo Páez en la Basílica San Francisco de Mendoza. En esas pilas de documentos, que para muchos no parecían más que viejos papeles candidatos a la basura, el músico halló joyas históricas.
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