En los años 80 se acuñó el término de “desarrollo sostenible” como aquél que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Y todos tranquilos porque alguien se encargará de llevarlo a cabo. Sin embargo han pasado más de veinte años y la AIE (Agencia Internacional de la Energía) lo dice bien claro: Las tendencias actuales del suministro y consumo de energía son claramente insostenibles, tanto desde el punto de vista ambiental como del económico y social.
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