"La caja no es de nadie", repetía con insistencia Jaime Terceiro, quien durante buena parte de los años noventa presidió Caja Madrid. Razón llevaba y ahora se ha visto a la hora de venderlas. Como no son de nadie en realidad, nadie se preocupa a fondo por cuál es su precio y su valor. Cuando un bien tiene un dueño, ya suele encargarse él de que cada vez sea más valioso y esté en buen estado. Terceiro sabía bien que sin un propietario definido no había nadie que le echara en cara los derroches. Nadie que le juzgara por malgastar un dinero que su
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