Con la excusa de no querer molestar a los fascistas, a sus hijos y a sus nietos, se priva a todo el pueblo español, y en particular a los niños y jóvenes, del derecho a conocer su historia, ni más ni menos. El derecho a saber no puede ser hurtado en aras de una mal entendida reconciliación, pues ésta sólo es posible a partir del conocimiento de la verdad, no de su ocultamiento. Por eso es indefendible el ocultamiento que los escolares y los jóvenes tienen de una parte tan importante de la historia de España en el siglo XX.
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