Segunda quincena de octubre. Una decena de aviones comerciales sobrevuelan Barajas en la zona asignada por la torre de control. Esperan para aterrizar porque hay saturación en el aeropuerto. De repente, irrumpe en la frecuencia común a todas las aeronaves la voz de un piloto de Ryanair: “Torre, voy corto de combustible. Permiso para bajar”. Y entonces se desató la tormenta.
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