Hasta hace unos pocos meses, no me había atrevido a visitar un dentista inglés. Temía, sobre todo, un problema de comunicación. De no poder aclararnos con todos los términos odontológicos y al final acabar con alguna catástrofe dental. ¡Ah, qué equivocado estaba! Pero los azares del caprichoso destino quisieron que esta situación acabara de una vez: mi última visita a una clínica dentista en España fue una catástrofe. Y fue lo que me hizo decidirme a probar un dentista inglés. Y vaya sorpresa.
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