La energía para uso humano debe capturarse desde las fuentes de energía genuinas y transferirse minimizando el coste y las pérdidas hasta los lugares en los que se le va a dar el uso final. Este proceso de captura y de transporte usa lo que se conoce como “vectores”, que son materiales y sustancias capaces de almacenar energía de forma recuperable, con pocas pérdidas y con una densidad energética que las haga usables en la práctica.
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