El imperialismo existe en dos variantes: liberal y totalitario-fascista. Las dos se distinguen por la forma de organización política, pero la base económica de ambas es la misma: el mantenimiento del bienestar propio a costa de la explotación de otros países y pueblos. Como testifica la historia, el liberalismo degenera con facilidad en fascismo del tipo del alemán o italiano, o bien en su variante, el maccarthismo norteamericano. Los regímenes fascistas frecuentemente se llevan bien con la economía liberal.
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