Vivimos en un país de excesos. Ante un problema, o no hacemos nada o nos pasamos tres pueblos. Nos ocurre con la nieve. Para garantizar unas carreteras libres de hielo, el Plan de Nevadas del Gobierno prevé arrojar este invierno 16.524 toneladas de sal sobre el viario público, que se añaden a las tiradas a mansalva por los Ayuntamientos. De paso se matan miles de árboles, contaminando gravemente arroyos y acuíferos, por no hablar de la corrosión de los vehículos. Son los previsibles "daños colaterales" de los que nadie parece acordarse.
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