Convaleciente aún, y con el alta voluntaria, María Isabel todavía no alcanza a entender el trato recibido en el Hospital. “Me dijeron que no había camas en planta, pero en Urgencias solo entraban a darme la comida y a ponerme morfina para paliar el dolor. Tenía una hernia pero no sabían porque, según ellos, la máquina de la resonancia estaba rota. De hecho, una doctora me dijo que no era su problema, que se lo contara yo a Esperanza Aguirre”, relata
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