Abandonar un animal puede ser tildado de cruel, pero cuando se trata de caballos que se dejan morir de hambre en un cercado insalubre, los adjetivos se quedan cortos. Yeguas que habían ganado torneos, potros recién nacidos o sementales viejos que habían trabajado duramente en el campo no son una excepción. En muchos casos, el gasto económico del mantenimiento ha sido el detonante de esta situación.
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