En cualquier baño público, el arte se esconde detrás de las cabinas. En forma de “te quieros”, un par de “amigas para siempre” o varias demostraciones de que “Christian estuvo allí”. Corazones y genitales conviven en las puertas de los urinarios, mientras son testigos de alguna indigestión o la salida al exterior de unas cuantas cervezas.
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