La destrucción de bosques a nivel mundial, lejos de revertirse, empeora. Y, a medida que se destruyen más árboles, la cantidad de CO2 que la devastación forestal emite a la atmósfera crece: en 2023 rozaron los 6.000 millones de toneladas, lo que supera las emisiones de gases de la aviación y la navegación internacionales combinadas. Destruir los bosques desencadena todo una serie de daños: arrasa ecosistemas y maneras de ganarse la vida, pero, además, libera una enorme cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
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