Siendo yo probablemente el único comentarista en las listas negras de la ERT en los dos últimos años –a causa de mi insistencia en la bancarrota de Grecia y en la necesidad de declarar al país en quiebra en 2010, en vez de sumar nuevos créditos a una deuda impagable—, me siento ahora con autoridad moral para protestar contra la liquidación de la corporación pública. Estas últimas tres noches hice mi reaparición en la ERT ocupada por sus trabajadores, que están emitiendo sin parar a través de la web.
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