/.../ Lo violáceo y la violencia, por tanto, no son sino notas de color mortecino en los bordes de lo cotidiano, como adverbios atrapados, comatosos, entre dos puyazos. Y el color, de todos es sabido, no es una cualidad de la luz sino de su reflexión. Pero la violencia es poco reflexiva y todo lo violáceo tiende al ultraje, incluso cuando se trata de corbatas.
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