Parece increíble que el fotógrafo Lincoln Harrison, de treinta y siete años, apenas lleve dos haciendo fotos. Vive en el estado de Victoria, al sur de Australia, y justo antes de que anochezca coge su coche y se da una vuelta por los alrededores del lago Eppalock. Allí no hay edificios en varios kilómetros a la redonda, lo que lo convierte en un escenario ideal para observar y fotografiar el cielo. Cuando Harrison encuentra un sitio que le gusta, planta allí su trípode, saca su cámara fotográfica y empieza a trabajar.
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