Como una muestra de su poder, por tradición, los lamas usaban restos de cuerpos humanos en sus ceremonias, cráneos, fémures, tambores de piel, etc. En el palacio del Dalai Lama se encontró un rosario confeccionado con 108 cráneos y fueron muchísimos los siervos que declararon luego de la liberación que era habitual que los lamas efectuaran sacrificios humanos como por ejemplo enterrar vivos a niños donde se fuera a construir un monasterio.
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