Y llegaba ese momento esperado en el que tus padres, o tíos te daban la paga, un momento en el que nos recorrían hormigas por todo el cuerpo, por fin podíamos comprar lo que quisiésemos. Ya fuese en moneda o en billete (que parecía más dinero por eso de ser papel) con 100 pesetas podíamos comprarnos media tienda, eso sí, había que saber elegir bien.
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