Si eres empresario de herencia, si tu papá te dejó un imperio que levantó de la nada, si no has trabajado en tu puta vida a las órdenes de nadie para llevar el pan a tu mesa y ahora te ves con un regimiento de nóminas a tu cargo, quizás te interese saber que tus trabajadores no son lo que parecen. A tus ojos serán buenos o malos empleados, prescindibles o imprescindibles, sumisos o subversivos, pero la realidad es muy distinta y puedes acabar llevándote una desagradable sorpresa.
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