Creía que lo había visto todo. Que estaba curado de espanto. Pero de nuevo me volví a equivocar. Una joven australiana llamada Casey Jenkins me ha roto todos los esquemas. Su ocurrencia no tiene parangón con cualquier otro hecho que haya relatado en mi todavía corta vida de becario: la chica teje todo tipo de prendas (preferentemente bufandas) introduciendo el ovillo de lana en su cavidad vaginal. Sí amigos, no había mejor sitio para meter la bola textil.
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