La próxima vez que alguien aduzca que las creencias son respetables (cuando lo que son respetables son las personas) y que cada uno puede creer lo que quiera, por muy irracional que sea, por muy trapisondo que resulte para la ciencia convencional, y que todo ello resulta inocuo, hay que recordarle que, por ejemplo, el curanderismo mata más que los crímenes. Las creencias no probadas científicamente no solo pueden invadir las mentes de personas sencillas o incultas. Todos tendemos a la credulidad y no siempre disponemos de tiempo o herramientas.
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