Los hechos ocurrieron alrededor de la una del sábado cuando los feligreses se acercaron al altar para tomar la comunión. Fue entonces cuando el joven se quitó la hostia consagrada de la boca y decidió romperla delante del cura; para sorpresa del párroco, de las autoridades municipales y de los ciudadanos de este pequeño municipio de 1.350 habitantes. La respuesta del cura fue una bofetada al festero, que decidió responder a la agresión con otro golpe de mano.
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