«Hijo, esto es como Cádiz, pero con más negros y con más palmeras que las que hay en el Parque Genovés». La Habana ya era Cádiz con más negritos, Cádiz la Habana con más salero. Burgos le había leído la letra por teléfono. Otoño 1984. Mataban a Indira Gandhi, se recrudecía el conflicto de Astilleros y los dos autores decidieron pasar un fin de semana en el Coto de Doñana, en Matalascañas, a «rematar y componer». Carlos iba componiendo verso a verso la música «ante la misma mar de Cádiz». Una hora después, la habanera estaba compuesta.
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