Me llamo Matías. Mi esposa se llama Lara, y tenemos tres hijas. Trillizas. Son la sensación del barrio. Hermosísimas, lo dicen todos, no sólo yo, que soy el padre. Son muy parecidas, en todo, salvo en el color del pelo y de los ojos. Nunca tuve un apodo. Pero el almacenero, que está enamorado de mis nenas y les regala huevitos Kinder un día sí y el otro también, las bautizó: "Los ángeles de Charlie". Y yo, que soy petiso y gordito... pasé a ser Charlie. Mis padres ya murieron, sin que alcanzara a preguntarles las cuestiones más importantes...
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