El lobby como entidad oscura y sin rostro tiene los días contados. O esa es la intención de la Ponencia encargada de estudiar la reforma del Reglamento del Congreso. Para regular el lobby, en primer lugar, cabe ponerle cara, nombres y apellidos. La medida principal implicaría la creación de un registro de los Grupos de interés en las Cortes. Incluiría a todos los que reconozcan el carácter profesional de esta actividad: desde el representante de una empresa de tornillos hasta el de del Ibex 35, pasando por una ONG que luche contra la pobreza.
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