Si algún común denominador han tenido los cuatro tesoreros que jalonan la corta historia del Partido Popular es su holgada economía: dejan el cargo con una fortuna imponente. Pero, claro está, no todos llegaron al PP con los bolsillos bien llenos. De esa tendencia se aparta Luis Bárcenas, que ingresa como chico para todo en 1982. Educado, discreto y aplicado, lleva una carrera oscura durante 22 años en la cocina del PP sin más relevancia que su pasión por el alpinismo.
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