La Guardia Civil ha paralizado la actividad en una granja de Chantada al comprobar que cuarenta reses habían muerto de hambre y el resto fueron maltratadas por el propietario de la explotación. Los cuerpos de los animales estaban en la explotación en distintos grados de descomposición orgánica, algo que se considera como una actitud de absoluta dejación por parte del ganadero.
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