Aprendemos gracias a nuestras habilidades intelectuales y sociales. El lenguaje y la comunicación simbólica nos permiten realizar abstracciones, gracias a mecanismos cerebrales que se han configurado a través de presiones selectivas en la evolución de la especie. Pero nuestro cerebro es vulnerable: somos mucho más propensos que otros primates a presentar trastornos de neurodesarrollo y algunas enfermedades mentales. La inteligencia tiene un precio.
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