Resulta curioso cuando las parejas van a divorciarse y tienen hijos en común, cómo éstos pasan a percibirse como propiedad de alguno de los progenitores (normalmente la madre). Como propiedad, y como si fueran un premio. Carnaza pura para la lucha de los adultos por su ego. Argumentos para despedazar a aquella persona a la que un día se quiso, perdiendo el norte de la situación hasta tal punto que los hijos se convierten en moneda de cambio, en chivos expiatorios.
|
etiquetas: separación , divorcio , custodia