Hace mucho tiempo, ser rico significaba trabajar menos. La dolce far niente no era de vagos, sino de poderosos. Pero algo cambió y ahora ‘un verdadero profesional de éxito’ no puede tomarse a broma su tiempo y, cuanto menos descanso, mejor. Estar (o parecer) siempre hasta arriba de trabajo se ha convertido en un termómetro de prestigio y posición social. Pero, ¿desde cuándo las clases más acomodadas han sido las que menos tiempo libre han tenido?
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