El show consistía en el montaje de un ascensor descubierto de algo más de quince metros de altura en el que se montaba el propio Elisha Otis, subía hasta el tope y una vez allí un leñador cortaba con un cuchillo la cuerda que lo sujetaba, pudiendo comprobarse que la estructura apenas descendía unos centímetros y se detenía inmediatamente gracias a una serie de piezas que iban incorporadas. Estas demostraciones fueron un éxito rotundo y a finales de 1854 la empresa de Otis ya estaba instalando sus primeros ascensores.
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