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Cuando dejas tu salud en manos de unos mercaderes

"Era duro comprobar que le habían puesto precio a su vida: veinte mil euros. Que no tenía. Le amparaba el convenio firmado, pero don Fulano, olvidado de que era médico y metamorfoseado en empresario, quería ahorrar a su compañía esos veinte mil euros. Sus jefes se lo agradecerían con incentivos (...). Un día, de los muchos en los que tuvo que ser atendido en las urgencias del principal hospital que tenía la aseguradora en su capital, le dio por pregonar a gritos en la sala de espera, en la recepción, “las virtudes” de la compañía privada..."

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