Admiré mucho a Camilo José Cela en mi juventud, sobre todo tras leer obras como La colmena o La familia de Pascual Duarte [...] pero me apena que la Fundación que creó en Iria Flavia haya acabado como el rosario de la aurora. La sensación de abandono, desolación y tristeza se impone a la vista de ese impresionante legado, del que todo el mundo parece desentenderse y sin ningún tipo de apoyos, ante las perspectivas de una pésima gestión. Lo mismo sucede con el legado de Rafael Alberti...
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