A veces, los viajeros pierden un poco la perspectiva: su vista se fija en el horizonte, sus mapas están llenos de nombres exóticos, solo suscita interés lo que suena a remoto. Pero los viajes más asombrosos, en ocasiones, no precisan de grandes desplazamientos. Porque lo más apasionante puede estar a la vuelta de la esquina. O en el jardín de tu propia casa. Para probar esta tesis, una ecologista llamada Jennifer Owen, por allá el 1972, empezó a tomar nota de toda la vida que encontraba en su jardín de Humberstone.
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