Antes de llegar al castigo penitenciario, el “evasor de licencia” debe pasar por un calvario postal de amenazas que rara vez se cumplen y cuyo objetivo no es otro que apelar al miedo para que el telespectador rebelde vuelva a entrar en el redil.Uno de esos evasores cuenta su historia en esta web. En ella se puede leer cómo, harto de pagar un impuesto destinado a una televisión que él no veía, decidió, en el año 2006, dejar de cumplir con el erario. Nueve años después, se ha ahorrado exactamente 1.111,50 libras (unos 1.362 euros).
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