El primer ministro pretendía incrementar su baja popularidad, realizando una barbacoa con sus votantes, y se presentó con esta camisa ochentera que, según afirman en Japón, demuestra que el máxmimo mandatario está anclado en el pasado, y que con él, Japón no saldrá de la crisis. Varios diseñadores también han criticado un atuendo, que roza lo ridículo.
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