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Hubo un tiempo en el que los de Vox no eran nadie. Y ahí estaba ella. Unos años en los que las sedes que se inauguraban sólo ocupaban la primera planta de un edificio residencial, en los que a los mítines iban 9… 10… personas, y dando gracias. Y ahí, siempre, estaba ella, Cristina Gómez Carvajal, la concejala díscola de Vox en el municipio madrileño de Galapagar. Ahora, sin embargo, en esencia está absolutamente sola. No la quieren ni en su partido, se ha pasado, que ya es decir. Ya nadie le tiene en cuenta lo que hizo.
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