-¡Lo que hubieran dado muchos por disfrutar en vida de esos 3.000 eurillos de la última factura! -Pero es que además el muerto no la paga: los que pagan son los vivos, y eso ha hecho que con la crisis se multiplique el número de donaciones de cadáveres a las facultades de medicina, donde son fundamentales fuentes de conocimiento. En Salamanca, desde hace dos años, tenemos las cámaras llenas.
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