La crisis financiera global se está extendiendo a nuestras vidas: en todas partes amenaza nuestros trabajos, ahorros, pensiones, y servicios públicos. Podría venirse una recesión mundial y es la gente común quien paga las consecuencias. Es tiempo de que los ciudadanos de todo el mundo alcemos nuestras voces y exijamos que se traten las causas básicas de la crisis: necesitamos normas duras para acabar con la locura de los financistas y un nuevo marco que sirva mejor al interés público.
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