Los recortes han dejado a la Guardia Civil bajo mínimos y, según denuncian algunas de las principales asociaciones del colectivo, los problemas se están empezando a amontonar en el capítulo de los vehículos del Cuerpo. No hay dinero para reparaciones de averías y, en esta tesitura, algunos agentes han optado incluso por echar mano de sus propios coches particulares para atender situaciones de emergencia. “Tenemos vehículos verdaderamente peligrosos con más de 300.000 kilómetros o que tienen mal la dirección y que son ataúdes andantes”, explican
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