No hay oleadas, ni avalanchas, ni presión migratoria. Tan sólo, lo de todos los veranos cuando las condiciones del mar son más favorables: la valentía de personas que, saliendo de sus países de origen, tratan de llegar a Europa pensando que aquí tendrán una vida mejor. Un grupo ha llegado a Isla Tierra, muchos se mueren por el camino y otros tantos siguen en África intentando sobrevivir pero con la cabeza puesta en partir de sus países de origen.
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