Cuando uno oye campanas de que en una guerra se han producido crímenes de guerra, suele ser que efectivamente se cometieron y mucho peores de lo que decían los rumores. La guerra de Sri Lanka que terminó en mayo de 2009 tenía todos los ingredientes para que se cometieran atrocidades: 1) Enfrentaba a dos comunidades étnicas; 2) Ambos habían demostrado su escasa preocupación porque hubiera bajas civiles; 3) Las treguas rotas una y otra vez; 4) Las décadas de conflicto habían acabado produciendo en ambos bandos el deseo de no abandonar la guerra.
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