Durante décadas, el bipartidismo se ha blindado apelando a los ciudadanos al “voto útil”, al voto que daba con más seguridad rendimiento en las urnas en forma de escaño. Basado en la Ley D’Hondt, el sistema electoral español, sobre todo en las elecciones generales, prima a los grandes y hace que en una gran parte de las 52 circunscripciones electorales (las 50 provincias más Ceuta y Melilla) sólo los dos grandes partidos logran convertir los votos en escaños.
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