En este sencillo y peligroso experimento se puede ver cómo las vibraciones producidas por diferentes sonidos en un altavoz musical mueven el mercurio que se ha vertido al efecto sobre su superficie, generando curiosas formas y patrones. A medida que cambian las frecuencias y el ritmo el mercurio se desplaza de formas bastante intrincadas. Debido a sus propiedades como material reflectante, cuando está en reposo parece un espejo; al ser agitado por las ondas sonoras todo cambia.
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