Un cantante forrado de simbología ultranacionalista y pro-nazi, antiguo combatiente croata, da un concierto multitudinario en Zagreb. Los espectadores le responden con el saludo nazi. ¿Un espectáculo minoritario? Cuarenta mil espectadores en directo, y retransmisión en prime time del domingo por la televisión estatal. La clase política encima dice que no ve por qué tanto revuelo, que no pasa nada. Croacia es de los más firmes candidatos a la próxima ampliación de la UE.
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