La depilación, qué gran invento. Sólo había que asociar el pelo con la dejadez y la falta de higiene personal. Visto así es absurdo, pero funcionó. Ahora todas (casi todas) empleamos tiempo en la depilación cuando vamos a tener que lucir piernas o axilas. Esta costumbre ha calado hondo, tanto como para que, en vez de renegar, muchas afectadas asuman esta labor como algo gratificante y se dediquen a acusar de guarra a la que no luce una depilación óptima. ¿Y ahora pretendéis que también nos quitemos los pelos de ahí abajo? ¡Vamos hombre!
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