La comparecencia conjunta de Ibarretxe y Thubtem Wangchem fue, como poco, pintoresca. El presidente de la Casa del Tíbet en Barcelona se puso delante del micrófono y realizo un discurso desconcertante en el que Wangchem -que recordó que su «filosofía nos enseña a no perder la sonrisa»- pasaba de describir con crudeza la represión en el Tíbet a mofarse de los productos y de la gastronomía china con sonoras risotadas.
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